Jenófanes de Colofón (en griego Ξενοφάνης) (570 a. C. - 475 a. C.) Filósofo griego, poeta y crítico social y religioso. Jenófanes fue el primer teólogo de la historia de la cultura, el primero que trató el problema de Dios.
Nuestro conocimiento de su cosmovisión ha llegado a nosotros a través de su poesía, que consiste en una serie de fragmentos recogidos como citas por escritores griegos posteriores. De estos escasos fragmentos conservados es posible reconstruir su audaz y aguda crítica del antropomorfismo de la religión griega: si los animales pudieran dibujar, dice Jenófanes, los dioses tendrían forma animal, puesto que cada uno representa a los dioses a su propia imagen y semejanza.
Jenófanes se rebeló contra la concepción de la cultura como un don de la divinidad y dijo: "Los hombres lo han conseguido todo mediante sus esfuerzos inquisidores". También se enfrentó con la escala de valores tradicionales, que daban lugar prominente a la fuerza; afirmó que la sabiduría es superior a la fuerza, a la belleza y a la destreza. Su poesía critica y satiriza un vasto espectro de ideas, incluyendo la creencia en el panteón de los dioses antropomórficos y la veneración de los griegos por los Juegos Olímpicos.
Nació en Colofón, una ciudad costera de Asia Menor. Parece que fue desterrado en el año 546-545, cuando los medos la ocuparon, y desde entonces peregrinó durante decenios, como poeta y cantor ambulante, por las ciudades de Grecia, hasta llegar a Elea, donde se estableció y fundó la escuela de filosofía de esa ciudad, a la que pertenecen Parménides y Zenón (Zenón de Elea).
Llevaba una vida errante, con un sentimiento de libertad y liberación muy acentuado, fue desplazándose de ciudad en ciudad, siempre recitando (rapsoda) poemas Homéricos o de sus propias obras. Luego se dirigió a Grecia, donde se desenvolvió enseñando filosofía, transformándose en uno de los más importantes de la escuela Pitagórica.
Una de sus preocupaciones fundamentales era elegir el método para alcanzar el conocimiento; ya sea prestando atención al mundo de los sentidos o al de la mente; en la teoría del conocimiento procuraba demostrar la insuficiencia de los datos sensoriales, de las opiniones. Al Ser lo consideraba como un elemento puramente material, señalaba que el inicio estaba formado por lo húmedo y por lo seco; por agua y por tierra; pero veía al Ser en todas partes igual, idéntico a sí mismo y homogéneo, invariable.
En el campo religioso suscitó una importante polémica en torno al politeísmo y la concepción antropomórfica que los griegos tenían de los dioses. Así, se burló de Hesíodo y Homero por cuanto, según él, habían transferido a los dioses los peores atributos de los hombres, y propuso sustituir esta concepción tradicional por la idea de un dios único, indivisible, de naturaleza radicalmente distinta a la humana. Su dios es todo ojo, todo oído, todo conocimiento, todo logos (razón), no creado e inmortal. Despojando sus ideas del carácter religioso con que fueron presentadas, las bases de un nuevo punto de vista en la solución al problema del universo aparecen ya planteadas en sus textos, aunque serían finalmente sistematizadas en el pensamiento de Parménides.
De esto podemos destacar su sátira en la crítica de lo establecido, a su vez ironizaba sobre los dioses antropomorfizados (que actuaban y tenían facciones humanas), en su opinión las leyendas de los poetas eran responsables de la corrupción moral de sus tiempos: "Homero y Hesíodo adjudicaron a los dioses todas las cosas que son una vergüenza y una desgracia para los mortales, los robos y los adulterios y defraudar a los demás". Al observar que otras civilizaciones también tenían dioses que se les parecían (que los etíopes tenían dioses negros) comenzó a ironizar diciendo que si los leones tuvieran manos capaces de hacer arte seguramente sus dioses tendrían cuatro patas y cola.
De esto podemos destacar, también, su opinión sobre la existencia de un solo Dios, que abarcaba todo el mundo al mismo tiempo, que no necesitaba movilidad, ya que tenía una percepción del mundo total y absoluta, que era incorpóreo y esférico, como el Universo: una suerte de Dios-Cosmos; a su vez este Dios también era eterno, ya que si hubiera existido un tiempo en el que nada existía, nada podría haber salido de él. Así, a él corresponde, probablemente, la primera formulación de la omnipotencia divina. Jenófanes asumía al Dios único como una existencia de hecho, mas no, como un culto particular.
La obra de Jenófanes de Colofón se nos han conservado, fragmentariamente, a través de Ateneo de Náucratis y Diógenes Laercio. Además del reducido número de escuetas composiciones que nos han llegado, destacan 2 grandes poemas de 24 y 22 versos que nos muestran sus preocupaciones e intereses.
En el primer poema, Jenófanes describe de manera detallada la preparación y realización de un banquete, intercalando una critica a la concepción tradicional acerca de los dioses, proveniente de Homero y Hesíodo.
"Pues ahora limpio está el suelo y las manos de todos y las copas; uno dispone alrededor coronas trenzadas, otro extiende oloroso perfume en una vasija; una crátera se yergue llena de alegría; hay vino preparado, que dice que nunca faltará, suave, que huele a flores en las vasijas; el incienso exhala en el medio un sagrado aroma, el agua está fría, dulce y limpia, están dispuestos rubios panes y una venerable mesa cargada de abundante queso y miel; el altar de en medio está cubierto por todas partes con flores, canto y alegría conquistan toda la casa. En primer lugar, es necesario que los buenos hombres canten un himno al dios con historias elogiosas y palabras limpias, libando y jactándose éstos de poder hacer lo justo-pues eso es lo más natural-, no hay soberbia en beber cuanto no te impida llegar a casa sin un esclavo, no siendo un anciano; y alabar a aquel de los hombres que bebiendo muestra lo bueno, así la memoria y la medida acerca de la virtud, no ocupándose de batallas de Titanes, ni de Gigantes, ni de Centauros, fábulas de los antepasados, o violentas luchas- nada valioso hay en éstas. Conviene tomar siempre una consideración buena de los dioses."
En el segundo poema se trata la preeminencia de la fuerza física (ejemplificada en los certámenes deportivos) sobre la sabiduría: los conciudadanos de Jenófanes parecen tener en mayor estima a los vencedores en los certámenes que a los intelectuales. Tras mencionar la supuesta superioridad de los triunfadores en las diferentes pruebas atléticas, Jenófanes sentencia: "Mi sabiduría es mejor que la fuerza de hombres o caballos. Pero en vano se practica esto, no es justo preferir la fuerza antes que el buen saber". A continuación continúa criticando dicha preferencia: "No por eso estaría la ciudad mejor gobernada. [...] Pues eso no engorda los almacenes de la ciudad".
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